viernes, 4 de julio de 2014

EL ACEBUCHE


Hace tiempo que estoy fascinado por los olivos. Esos árboles milenarios que conservan la hoja durante todo el año, admirables en belleza y productividad.


Olivo cultivado

Por desgracia en mi tierra, muy dada a heladas invernales y heladas tardías primaverales, me ha resultado muy difícil que arraiguen en un trozo de tierra.

Los olivos que he plantado los compro en macetas, criados en ambientes cálidos, enraizados a partir de estacas. Las estacas son ramas enterradas a 30cm y bañadas en hormonas de enraizamiento, por lo tanto las raíces son escasas y débiles. El resultado no ha sido satisfactorio por el escaso éxito. Lejos quedan aquellos campos andaluces jaeneses donde fácilmente enraízan los olivos.





Buscando información encontré que se pueden criar olivos a partir del hueso de las aceitunas. El resultado es un olivo salvaje llamado acebuche que con el tiempo después de ser injertado se convierte en olivo.

Cansado de comprar macetas he decidido crear mis propios olivos a partir del hueso.

Deseo que los acebuches al nacer de semilla tengan las raíces fuertes y vivas. Y al ser un árbol silvestre aguante mejor la dureza del clima de mi tierra.

El resultado de nacimiento ha sido satisfactorio, aunque no todas las semillas han germinado y han enraizado.


El primer paso ha sido obtener las semillas de acebuche. Estamos en otoño y estas las he obtenido de los huesos de las olivas maduras que yo mismo he seleccionado y recolectado directamente del árbol. No son validas las olivas verdes o las olivas maceradas de pote.




Seguidamente he limpiado el hueso de la oliva de pulpa, dejando el hueso limpio y seco. Ahora se debe quebrar la cáscara del hueso para extraer la semilla interior. El hueso es muy duro en la naturaleza se deben crear unas condiciones muy favorables para que germinen los acebuches.
El mejor sistema para cascar el hueso ha sido con un tornillo, se pueden cascar con alicates o con un martillo pero si dañas la semilla interior perderá la fuerza germinadora.








He reservado unos recipientes transparentes de postres lácteos limpios para la germinación de mis acebuchinas.
En estos recipientes introduzco algodón y lo empapo en agua. Encima del algodón deposito las semillas y a esperar.
El recipiente lo he situado en una habitación bien iluminada y sin calefacción, estamos en invierno y la temperatura ambiente es de unos 10ºC. Vigilo de mantener el algodón siempre húmedo





Al cabo de 30 días las acebuchinas empiezan su germinación, la pequeña protuberancia será la futura raíz.





Las semillas germinadas las deposito en pequeñas macetas con tierra húmeda, enterrando solo la pequeña raíz. Estas macetas las mantengo en una habitación iluminada a unos 10ºC y procuro con un difusor mantener la tierra húmeda.
Pasados 30 días las semillas han enraizado, la raíz se ha clavado en la tierra y el interior de la semilla se transformará en dos hojas verdes. Las hojas de la acebuchina no salen del interior sino que están en el interior. Si no hay riesgo de heladas se pueden dejar en el exterior para que reciban los rayos del sol.






El resultado son estas bonitas acebuchinas, para que crezcan más las transplantaré a macetas más grandes. Y cuando estén mas desarrolladas el año que viene se intentarán plantar a la intemperie.










Es muy gratificante ver como se desarrolla una semilla con tus cuidados ante tus ojos.


2 comentarios:

Beatriz dijo...

Qué bonito. Voy a intentarlo.

Unknown dijo...

Que romantico. Es todo un exito. Yo he probado de mil maneras, pero al final solo una me funciona. He tirado centenas de esquejes hasta que he aprendido. Por eso cuando leo personas que van por camino que yo ya he recorrido, me doy cuenta de por donde están y los errores que les quedan por descubrir.
Insisto, muy romantica la experiencia.
Saludos.